23/4/08

TRES DÍAS: apocalipsis al sol

Calor. Mucho calor. El aire espeso de la tarde impide respirar. Angustia, desasosiego, puro miedo. El miedo a lo desconocido, a sabernos acorralados, incluso desquiciados en mitad de la nada. Y la temperatura sigue subiendo a lo largo y ancho de esta película tensa, sofocante, el prometedor debut del cordobés F. Javier Gutiérrez en la dirección de largometrajes, una joya inesperada que se hizo con el premio gordo en el Festival de Cine Español de Málaga y que despunta como lo más potable de un año previsiblemente endeble -como de costumbre-.

TRES DÍAS nace como clara apuesta vencedora dentro de la ya consolidada industria cinematográfica andaluza, que arriesga en una producción sólida -Maestranza Films junto a Green Moon-, de un empaque formal insólito en nuestro país. Tan insólito como el género que explora en el ámbito narrativo, la ciencia ficción teñida de terror psicológico, en lo que son terrenos codificados hace ya algunos años por el cine yanqui que tantas palomitas ha hecho devorar.
La película nos sitúa en un rincón perdido de nuestra geografía, Laguna, pueblo sin rostro definido, fantasmal enclave donde se desarrolla una acción marcada desde las primeras imágenes por su tono sombrío, claustrofóbico, de innegable magnetismo. Sólo faltan setenta y dos horas para que un meteorito gigantesco se estrelle contra la superficie terrestre. En ese tiempo, observamos los efectos que la noticia provoca en la rutinaria existencia de sus protagonistas. Álex, joven desencantado, y su madre deciden ir a cuidar a los hijos de Tomás -ausente hermano de Álex- en su casa a las afueras del pueblo ante el desconcierto desatado en la zona. Aislados de la gente y el ruido, intentan protegerse de la anunciada hecatombe, sin sospechar que el terror adquiere formas diversas, más cercanas. Un terror encarnado en el rostro de Lucio, extraño visitante en busca de venganza, un ambiguo personaje que les hará encarar de golpe un pasado siniestro, tanto como el futuro que les espera. Espectacular arranque que nos conduce -sin salir del asombro ante lo que vemos- por un relato apocalíptico y enfermizo, un brillante thriller que explota el color terroso y amarillento de sus escenarios naturales para jugar con el contraste en un guión construido sobre el enigma. El director demuestra un dominio maestro del clima dramático para contarnos su historia retorcida, desequilibrada, brutal. Una historia casi nihilista donde importan menos las motivaciones de los personajes, incluso las causas de lo que sucede, y más las sensaciones que transmite su atmósfera bochornosa. TRES DÍAS nos atrapa desde la sugerencia, nos abandona en este paraje agobiante para que respiremos el miedo, para que sintamos sus rincones tenebrosos, su demencial viaje por el infierno. Éste es el mérito y también la debilidad de F. Javier Gutiérrez en su rotunda ópera prima. La fuerza de su premisa se mantiene con pulso, pero esquiva por el camino las mínimas explicaciones que nos ayudarían a entender el descontrol de los personajes. El relato se nutre de reacciones salvajes, tan humanas que podrían ser las nuestras frente a algo que nos supera. Pero también va dejando flecos sueltos, aporta datos y personajes secundarios sin que se ahonde en ellos, levantando un conjunto tan absorbente como desajustado. Es una obra que va esparciendo el misterio en golpes de efecto brillantes, cautivadores, que arrancan nuestra emoción más intensa y sin prejuicios, la pura emoción del cine que desatiende a veces la lógica para dejar paso a las pasiones.

TRES DÍAS deviene en una potente fábula sobre la capacidad del hombre para enfrentarse al horror, sobre los miedos personales y colectivos ante lo que no conocemos. Gutiérrez nos mete de cabeza en la pesadilla -casi una alucinación-, nos arrastra a un trayecto irreal y desesperanzado por los límites de la razón, por los afilados contornos de la locura.Su película es crispada y violenta, compleja y visceral, nos va ahogando con su ambientación densa, con una puesta en escena casi espectral. Nos va arropando la historia con su ritmo pausado, en un virtuoso manejo del tiempo narrativo, el suficiente para mostrar el lado más oscuro de estos personajes trastornados. Para lograr su propósito, se extrae el jugo a una fotografía de ocres y marrones, cegándonos con planos quemados, con intenso uso de la luz, con todos los recursos que den expresividad a un lugar que huele a muerte. El director convierte esas llanuras ardientes en un protagonista más, en un territorio amenazador, donde el peligro aguarda sin que sepamos dónde. Los planos con profundidad de campo serán al final tan inquietantes como los planos cortos que salpican la película.

Víctor Clavijo, Mariana Cordero -enorme actriz, racial, de la estirpe de las grandes- y Eduard Fernández -sin comentarios- encabezan el reparto de este turbulento, perturbador cuento lleno de polvo y de estrellas, con un paisaje desolador y opresivo, un paisaje -andaluz, español, universal- tan elocuente como las miserias humanas que refleja. Se convierte así en una propuesta contundente que alumbra partes turbias de nosotros que ni siquiera sospechamos. Las posibles lagunas -curioso nombre para un pueblo- narrativas no ensombrecen el trabajo del cordobés, que con justicia podría seguir recopilando premios paseando sus TRES DÍAS magistrales.El vivo ejemplo de cine comercial fabricado bajo un sello de autor merecedor de apoyo financiero y respaldo crítico. Un cine necesario -como lo fueron EL ORFANATO (Juan Antonio Bayona) o [REC] (Jaume Balagueró/Paco Plaza)- para salvaguardar una industria tan victimista como la nuestra, más preocupada por lamentarse de las carencias que por arriesgarse a base de talento y creatividad.

No hay comentarios: