
Pocos dudaron en su día de encontrarse ante la obra más perturbadora y contundente perpetrada por el austríaco.

Es tan listo este tipo que vuelve a machacarnos el estómago con el mismo material, tan revulsivo en fondo, forma y espíritu como entonces. Todo lo que allí cautivó se mantiene -debido en gran
parte a esa traslación literal-, algo que sin duda facilita cualquier comentario sobre ella. Familia acomodada viaja a su casa junto al lago para pasar sus vacaciones. El descanso se ve alterado cuando los dos jóvenes amigos de unos vecinos invaden súbitamente su vivienda para proponerles lo que parece un macabro juego con ellos como objeto de vejaciones varias. Una broma. Malsana, enfermiza, absurda. No es otra la intención de Haneke que la de diseccionar la violencia desde la burla, el desconcierto, el valor de gratuidad que casi siempre la define, y que aleja su propuesta del vacío regodeo visceral que tenemos asimilado como iconografía del impulso violento. Una especie de abrazo a los moldes del thriller convencional esgrimiendo el exceso y un cáustico sentido de la provocación como armas para derrumbarlos.



Antes de sus rotundas CÓDIGO DESCONOCIDO (2000), LA PIANISTA (2001) y EL TIEMPO DEL LOBO (2003), el director lleva al límite la plena coherencia entre el nivel conceptual de su relato y la teatralidad de la puesta en escena, vertiendo su postura neutral de observador fascinado, morboso. En eso convierte al espectador, en el voyeur de la función macabra, alerta su curiosidad ante la tortura, enfrentado a latentes temores que estas imágenes poderosas hacen brotar. Nos sienta el austríaco en el borde de la perversión y deja moverse a sus actores como en una pieza de cámara asfixiante y pulcra, tan dolorosa como
adictiva. Prolonga planos hasta el sofoco, hace que Michael Pitt -como hiciera el turbador Arno Frisch- mire a cámara y nos implique en el juego, incluso le permite autorrebobinarse con un mando a distancia, cambiando el curso de la dramática escena. Son trucos, meros artificios que el autor de EL VÍDEO DE BENNY (1992) usa para cuestionar los límites entre realidad y ficción, para evidenciar el poder de esta sociedad de la información en su arbitrario dominio de las emociones.

FUNNY GAMES abre una brecha entre adeptos y detractores de esta historia de imprevistos miedos domésticos. No cabe indiferencia. Haneke, bisturí en mano, se copia a sí mismo y elige su más radical espectáculo, muy ajeno al gusto del público americano, todo hay que decirlo. Si no hace taquilla, le quedará el placer -y a muchos de nosotros también- de escarbar en esta occidental pesadilla huyendo de complacencias,
también en el final abierto. Cuando todo parece insoportable, aún queda una embestida más, marca de la casa. Es su invitación a un incómodo, travieso, revolucionario viaje al germen del horror, el que acecha enguantado en blanco y con exquisitos modales tras la puerta. El peor de todos.

3 comentarios:
Buen análisis de Funny Games, aunque lo de US le sobre, porque realmente podrías estar hablando de la versión austríaca o la americana, al ser la una y la otra idénticas.
El por qué Haneke se vence ante la moda del remake tiene múltiples interpretaciones. Me decanto por el argumento (inocente y algo romántico) de llevar su mensaje a un público más amplio, aunque en el fondo de mi mente resuena el tintineo de los dólares. Posiblemente no sepamos el qué hasta ver cómo le va con esta película y cuál será el siguiente paso en su carrera. Estoy ansiosa de verlo ;)
Saludos y felicidades por el artículo.
Yo también siento los dólares tintineando en mi cerebro...o mejr dicho, en el de Haneke. De momento creo que la esencia del original la conserva, muy al contrario del sinvergüenza -nunca mejor dicho- Gus van Sant en su blasfemo remake de Psicosis. Si Haneke se traicionara o rebajara el nivel, al menos le quedaría la excusa de ser él mismo quien lo hace. Yo disfruté como un enano...mira que soy masoquista. Gracias por comentar, mónica!!!!
No creo que fuera necesario un remake de esta pieza de pornografica violencia... incomoda, genial, bien elaborada, iluminada. Pero siempre es un deleite ver a Michael Pitt hacer de nino malo, y siempre defendere a Haneke, pese a rollos como Codigo desconocido. Te gusto El tiempo del lobo? por fin encuentro a alguien. Buen trabajo hermano.
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