
Acopia méritos el hecho de volver la mirada a un capítulo del
pasado tan nefasto evitando la autocompasión del autóctono emigrado. El director, tras sólida formación artística, regresa a sus orígenes y opta por alumbrar un doble paisaje, físico y emocional, en franca huida del efectismo que el desastre pudiera sugerir. Al contrario, prefiere Assarat discurrir por cauces poéticos a la hora de pintar el vínculo sentimental que vertebra su película, en las antípodas del arriesgado discurso crítico. Esta obra hace dialogar a los dos protagonistas, la joven encargada del pequeño hotel familiar y el apuesto arquitecto procedente de Bangkok, como dos modos de vida opuestos pero destinados a hallarse en mutua escapada de cadenas familiares y prejuicios sociales.

Destino o azar, quizá sea indiferente para que la dialéctica brote a lo largo de imágenes y


En ningún momento traiciona WONDERFUL TOWN las sensaciones despertadas, si acaso las renueva abrazándonos, musical e hipnótica. El sentimiento se despliega ajeno a acentos o aspavientos, impregnando de melancolía húmeda, de una expresiva contención cada detalle. Pequeños gestos, silencios, miradas, el poder de la sugerencia hecho travellings exquisitos, calmosa planificación, sabio empleo del encuadre para extraer riqueza del paisaje y penetrar en una relación igualmente reveladora, tan intensa como efímera.
Assarat describe un deseo que se libera en una tierra
obligada a sobrevivir, a emerger de la ruina, donde nadie olvida la desgracia pero sigue adelante, con toda su moral provinciana, ese recelo a lo extraño que logrará cebarse sobre el protagonista como brutal sacrificio entregado a la madre naturaleza. La vida después de la muerte, los rescoldos de la tempestad frente a los sueños renovados, el choque del individuo con la comunidad, de la cultura urbana frente al entorno rural, la construcción del hotel como reflejo de todas las ilusiones que renacen. Un catálogo de símbolos complementarios descubierto a golpes de hermoso postalismo, bajo las vestiduras de poema audiovisual pulcro, iluminador, frágil. Sólo gracias al noble tallaje artístico puede preñarse de verdad, tal vez el más válido recurso para hacer de una esquina del mundo cálido refugio de soledades, frustraciones, idénticos anhelos que difuminan los espectros del pasado.


No hay comentarios:
Publicar un comentario